América Central
Dios Itlazo Nantzine es una de las piezas polifónicas más antiguas en lengua náhuatl que se conocen. Está recogida en el Códice Valdés, un libro manuscrito de música litúrgica datado a mediados del siglo XVI. La incertidumbre temporal se produce también en su autoría, asignada inicialmente a Hernando Franco, un compositor del Renacimiento que desarrolló su carrera en la “Nueva España”. Se cree que la lengua náhuatl surgió hacia el siglo VII y en los siglos posteriores se extendió por la zona mesoamericana con el imperio azteca. Pictográfica en su origen, a raíz de la colonización española adoptó el alfabeto latino, manteniendo hoy en día el náhuatl escrito rasgos del castellano de esa época. La mera existencia documental de la pieza polifónica nos habla de las estrategias de aculturación y evangelización de los religiosos en lo que era un nuevo mundo para ellos.
Aproximadamente en las mismas décadas del registro de “Dios Itlazo Nantzine” en el Códice Valdés, Francisco Hernández explora las Islas Canarias, Cuba y el territorio mexicano. En su periplo visita espacios como Gran Canaria o como Huaxtepec, el “exuberante jardín botánico que había conformado el emperador Moctezuma, donde cultivaba plantas traídas de todas las regiones de su imperio”. Consciente de la erosión de la civilización mexica, entrevistó a sabios locales y recopiló sus conocimientos sobre las plantas y sus propiedades.
Para ello adoptó la lengua náhuatl, descubriendo una sofisticada manera de designar vegetales combinando en una misma raíz determinados prefijos y sufijos que indicaban, en una sola palabra, de que especie se trataba, el medio donde crecía, su color, su sabor o su virtud medicinal. De este modo accedía a una taxonomía sorprendente que agrupaba especies en función de sus afinidades formales, estructurales o ambientales.
Así, poco a poco, en los escritos que envía a la corte se fueron entrelazando y fusionando los principios clásicos de Plinio y Dioscórides con las estructuras botánicas mexicas o el latín con el náhuatl… una adopción que mostraba otro motivo latente: reconocer a los mexicas como interlocutores simétricos.
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En México el corrido de relación es un formato que evolucionó desde los romances extremeños y andaluces que llegaron con la conquista, con temáticas fantásticas o exageradas que aluden a la relación entre el hombre y los animales de su entorno. Esta grabación, realizada en Campeche, en la península del Yucatán, está posiblemente conectada con el célebre romancillo andaluz del XVII “El piojo y la pulga”. La pieza adapta la melodía previa a los giros tonales del idioma maya y transforma el texto para asociarlo con dos de sus principales deidades: el Dios del Monte y el Señor Sol.
Entre los aborígenes canarios también se adoraban a las montañas como Tirma y Amagro... y a los astros como el sol al que conocían con el nombre *ma-aɣeq ('madre del fulgor') o *m-aɣeq ('la que tiene fulgor'). Sin embargo el sol maya era masculino y se conocía por el nombre de Kinich Ahau, y por su dominio sobre el tiempo y la música.
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Esta pieza representa los ritmos de los garífunas de Belice, un grupo étnico descendiente de esclavos africanos y aborígenes caribes y arahuacos. Su historia está marcada por la colonización británica y su cultura se consolidó durante el s XVII y XVIII en la isla de San Vicente. La música garífuna, íntimamente vinculada a la danza, combina elementos afroindios con elementos hispánicos e ingleses criollos. Esta pieza musical expresa uno de los temas centrales de la vida garífuna -la pérdida de parientes y la expectativa de unirse a ellos después de la muerte-. Se suele interpretar en el “Garifuna Settlement Day”, el 19 de Noviembre, momento de refuerzo de una cultura caracterizada por la diáspora.
Los tambores garífunas se realizan con madera de caoba (Swietenia macrophylla), piel de venado y fibras de un ágave (Agave sisalana) que sirven para agarrar las congas. En Doramas no existen ninguna de estas especies, aunque si Bauhinia forficata, conocida como falsa caoba y Furcraea selloa conocida como falso ágave. En los jardines, también las apariencias engañan…